Hoy estuve en silencio y pensando en todas aquellas cosas que dice la gente. Pensando y realmente no pensando; pensando sobre eso que dicen, esos murmullos que a menudo rebotan ante mis ojos.
Hablaste tú. Hablaste tú y no dijiste nada, balbuceaste sobre la porquería que pisas, lamentaste lo que todo mundo lamenta… sobre los platos rotos, sobre las sabanas húmedas, sobre las ropas sucias, sobre el hambre en el mundo, la inconciencia humana, los árboles que caen para convertirse en papel, sobre la tinta que desperdiciamos escribiendo banalidades o boceteando dibujos horrendos, sobre esto o aquello, yendo de aquí a allá, manteniendo una conversación con sentido ¿con sentido para quien?
Habló aquel. Habló aquel de sus problemas y frustraciones. Conflictos y más conflictos, con una cara lánguida y los ojos con un brillo que recorre sus mejillas; lamentándose aquí y allá, hablando de ELLA como una diosa perdida…las noches entre las sabanas que no los acogerán mas, los días entre sus risas y los céspedes verdes, el día en que la conoció y el día en que la perdió, la luna de aquella noche y la oscuridad de éste día. Habló aquel. Habló ante todos y ante nadie, tratando de compartir sus penas sin darse cuenta que ante la nada solo era AQUEL.
Habló ella. Habló ella estando sentada frente a ti, escuchando con una sonrisa lo que decías, asintiendo con la cabeza y fingiendo preocuparse por los platos rotos, las sabanas húmedas, las ropas sucias, el hambre en el mundo, la inconciencia humana, los árboles que caen para convertirse en papel, la tinta que desperdiciamos escribiendo banalidades o boceteando dibujos horrendos, pretendiendo darle sentido a todas tus palabras, pretendiendo hacer parecer a todas esas palabras sueltas en el aire una verdadera conversación.
Habló éste, él, aquel, ustedes, ella. Hablaste tú.
Hablaban todos sobre TODO, palabras aquí y palabras allá y algunas ni siquiera eran palabras. Gente fingiendo comprender.
Y ahí estaba yo, en silencio, tratando de no fingir que comprendía, tratando de comprender y no podía, te miraba y no te reconocía. Me mirabas. Me mirabas y me sonreías, una sonrisa cálida pero que no sentía mía. Tu rostro era un retrato de lo que creí me agradaría. Mi rostro era un retrato de lo que pronto te desagradaría.
Un desconocido frente a una desconocida. Palabras vanas, sonrisas fingidas.
Hoy estuve en silencio y pensando en todas aquellas cosas que dices. Pensando y realmente no pensando; pensando sobre eso que dices, en tus murmullos que a menudo rebotan ante mis ojos. Y descubriendo. Descubriendo como caen el vacío, se pierden y se esfuman ante mi desinterés.
Hoy de nuevo estuve en silencio… ¿alguien lo notaría?
miércoles, 30 de diciembre de 2009
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